¿Quieres aprender a cuidarte mejor? Para tener una vida saludable no hay que invertir grandes esfuerzos ni recursos económicos. Sin embargo, mejorar los hábitos de vida y alimentación es un reto para muchas personas. En la Escuela Mare Nostrum te lo queremos poner fácil, por lo que hemos elaborado un artículo que te ayudará a saber qué cambios hacer en tu vida para mejorar tu salud física y mental. ¡Toma nota y pon en marcha tu nuevo yo!
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Índice de contenidos
¿Qué entendemos por “vida saludable”?
Tener una vida saludable implica adoptar hábitos de vida cuyo objetivo sea mejorar el estado de salud físico y mental de las personas. Se trata de tener una relación respetuosa con uno o una misma; es decir, cuidar el cuerpo y la mente, atender a las necesidades nutricionales, hacer deporte para mejorar nuestra salud, protegernos de enfermedades, y mucho más. Además, también implica eliminar por completo o reducir ciertos hábitos que son perjudiciales para el cuerpo y la mente: beber alcohol, fumar tabaco, ser sedentario, rodearse de malas compañías, no atender al estrés o consumir muchos alimentos ricos en azúcares refinados y grasas saturadas, entre otros. Por lo contrario, si adoptamos unos hábitos de vida saludables, hay más probabilidades de que nuestro estado de salud físico y mental mejore progresivamente.
¿Cómo tener una vida saludable?
1. Alimentación sana y equilibrada
La alimentación es la base de una vida sana. Una alimentación saludable y equilibrada incluye ingredientes 100% naturales y una gran variedad de alimentos: frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, semillas y proteínas de calidad (huevos, tofu, pescado, carne, etcétera). Algunos consejos para mejorar los hábitos alimenticios son estos:
- Incluye vegetales de hoja verde, verduras, hortalizas y frutas en tu dieta diaria.
- Reduce el consumo de alimentos de origen animal, como la carne roja y aumenta el consumo de proteínas vegetales.
- Elimina por completo o limita el consumo de alimentos procesados y ultraprocesados y alimentos ricos en azúcares refinados y grasas saturadas.
- Utiliza aceite de oliva virgen extra para cocinar y reduce el consumo de mantequilla, margarina y aceites vegetales refinados.
- Reduce la cantidad de sal que echas a las comidas.
- Reduce el consumo de alimentos fritos y rebozados y cocina al vapor, a la plancha o al horno.
2. Beber mucha agua
Para que nuestro organismo funcione, todos los órganos, huesos y músculos tienen que estar hidratados. Lo ideal es tomar entre 1,5 y 3 litros de agua cada día. Si hacemos deporte, habrá que beber un poco más para compensar los líquidos perdidos. Recuerda que el agua, además, reduce la sensación de hambre, por lo que si estás en un proceso de pérdida de peso, te ayudará a controlar las ganas de comer o la ansiedad.
3. Hacer deporte
El sedentarismo en la infancia y en la vida adulta puede ocasionar problemas de salud: mayor probabilidad de enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión arterial, aumento de peso, disminución de la elasticidad y movilidad articular, etcétera. El ejercicio físico es esencial para mantener un buen estado de salud y prevenir estos problemas. Basta con hacer 30 minutos de ejercicio diario o entre 3 y 4 horas de ejercicio a la semana. Además, camina en lugar de ir en coche y sube por las escaleras en lugar de coger el ascensor.
Ten en cuenta que hay muchos más deportes aparte de salir a andar o a correr: pádel, spinning, baloncesto, fútbol, pesas, escalada, yoga, pilates y un largo etcétera. Si no estás acostumbrado/a a hacer deporte, debes saber que hay muchos gimnasios y centros deportivos que ofrecen clases dirigidas, donde puedes aprender y coger ritmo; o bien puedes mirar uno de los miles y miles de videos de ejercicios y rutinas guiadas que hay en Internet.
4. No fumar
El tabaco no tiene ni un solo beneficio para el ser humano. El tabaquismo constituye un problema de salud a nivel general y acarrea numerosas enfermedades y problemas respiratorios y aumenta la probabilidad de tener cáncer de diversos tipos, infartos, etcétera. Además, también acelera el envejecimiento y perjudica la piel y la higiene dental, entre otros.
Dejar el tabaco una vez ya se es adicto o adicta es complicado, requiere de muchísima fuerza de voluntad y, en ocasiones, la ayuda y el acompañamiento de profesionales de la salud. Tener una buena alimentación, beber mucha agua, practicar ejercicio físico diariamente y hacer actividades que te distraigan puede ser de gran ayuda para reducir la ansiedad y las ganas de fumar.
5. Reducir el consumo de alcohol
El consumo de alcohol en exceso es otra de las problemáticas presentes en casi todas las regiones del mundo. Se trata de un producto que, a primera vista, parece inofensivo. No obstante, las bebidas alcohólicas no solo no aportan ningún nutriente, sino que dañan el hígado y otros órganos. El consumo excesivo de alcohol deriva en alcoholismo, que puede ocasionar problemas de salud como la cirrosis, demencia senil, pérdida de memoria, problemas de agresividad y depresión entre otros.
6. Dormir lo suficiente
El descanso es esencial para recuperar la energía y preparar el cuerpo para afrontar un nuevo día. La falta de descanso produce somnolencia, pérdida de atención, fatiga, dolor de cabeza e, incluso, puede llegar a causar alucinaciones o delirios. Lo ideal es dormir unas 8 horas al día, aunque sabemos que muchas veces el ritmo de vida frenético de la sociedad actual no lo permite.
Para dormir mejor, deja el móvil, el ordenador, la tablet o la televisión entre una hora y media hora antes de ir a dormir, lee, hazte una infusión relajante, haz ejercicios de respiración, practica yoga o medita.
7. Reducir el estrés
El estrés es muy perjudicial para la salud física y mental de las personas. El estrés es como un “saco” que llenamos poco a poco con cada situación o cada factor que nos produce malestar a nivel emocional. Si no aprendemos a gestionarlo y no le prestamos la atención necesaria, el saco se llenará hasta arriba y explotará, se romperá ocasionando desperfectos. El estrés aumenta la probabilidad de sufrir enfermedades físicas y trastornos psicológicos, y perjudica gravemente la calidad de vida de las personas.
Sabemos que, en ocasiones, es casi imposible evitar ciertas situaciones que nos pueden producir estrés. Por esta razón conviene aprender a gestionar aquellos momentos que nos causan malestar y hacer ejercicios que nos ayuden a calmarnos y a ver la realidad con perspectiva. La meditación, el yoga, el deporte, dibujar y pintar, cantar o bailar son algunas actividades que, si las practicamos de forma habitual, pueden ayudarnos a reducir la sensación de estrés y a mejorar nuestro estado emocional.